Aquí el comentario que el buen Jaime Bailleres hizo al texto que presenté en este mismo espacio titulado «La izquierda que nunca llegó al mundo árabe».
Le agradezco a Jaime lo acertado y pertinente de su respuesta, y su provocación al debate sobre algo que nunca deja de tener relevancia.
Jaime lo presentó como una nota en Facebook, y yo me tomé la libertad de publicarlo aquí.
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En torno al apunte
«La izquierda que nunca llegó al mundo árabe» de nuestro querido compa Juan M. Fernández pongo aquí un comentario a su consideración y opinión.
Ese mi Juanito: no me gusta el formato de la respuesta en FaceBook por varias razones, pero una de ellas es que los apuntes se quedan escondidos, en una letra por demás ilegible y en ocasiones en una condición inhóspita, como si se tratara de un soliloquio frente a un espejo que no produce resultados a partir de la crítica, pero pese a eso, aquí te dejo este comentario.
Me gustó tu apunte sobre la izquierda en el movimiento nor-africano o en la llamada primavera árabe.
Creo que propones una revisión a las ideas sobre lo que suponemos es la izquierda en ese contexto. Y aquí empezaría yo a cuestionar a partir de tu comentario sobre la izquierda y sus resultados en la historia reciente y cercana latinoamericana; por decir un ejemplo, creo que la izquierda chilena que antecede a Pinochet no es la misma que la que podríamos identificar en este medio contemporáneo que mencionas en relación a Túnez o Egipto y otros países en la secuela del movimiento. Dices o dejas ver que, no hay secuela, pero al mencionar lo que pasó en Túnez reconoces que la bola de nieve creció y en otros países las cosas han derivado en movimientos similares como en una réplica telúrica. Ahí la primera contradicción en tu texto.
Luego ¿hasta dónde podríamos decir que la izquierda no tuvo logros en América Latina o un proyecto eficiente? o lo que es más ¿cómo definimos un proyecto eficiente de la izquierda en América Latina o en torno a la figura de Obama cuando lo que es evidente es que el ala conservadora del estado norteamericano tiene sus artillerías dirigidas hacia otra región que no sólo es Medio Oriente? ¿No es el Mercosur una piedra en el zapato para los que quieren controlar el mercado mundial y la liberación de aranceles de forma global?
Dices «… fue algo evidente y oculto entre los discursos progresistas que no han logrado cuajar: la izquierda no tiene un proyecto político eficiente».
Habrá que ponerse en discusión a cuál izquierda te refieres, y bajo cuáles conceptos y preceptos. ¿Se trata de una izquierda cooptada en la centro-izquierda mexicana? No lo creo, y tampoco creo que a ella te refieras porque tu aparato crítico es suficiente como para poner en discusión a la política mexicana en este tipo de eventos, eso no lo dudo.
Pero, lo mismo quiso dejar ver Jorge Castañeda en La Utopía Desarmada y otros detractores de todo aquello que puede poner en jaque la estructura de las buenas conciencias, y que suponen que la izquierda no tiene un proyecto político eficiente. ¿No hay ejemplos de la izquierda eficiente en el poder?
Pa qué nos vamos tan lejos, sería injusto poner al margen a la ciudad de México y su historia reciente en ésta consideración. ¿No crees?
Hay un librito de Alain Badiou muy bueno que se publicó el año pasado que se llama The Communist Hypothesis, (en la red ya hay una copia disponible en pdf) donde al final viene copia de una carta que le manda Badiou a Slavoj Zizek y le reclama dos o tres notas y conceptos que para la visión de Badiou, Zizek no está planteando correctamente en torno al proyecto de emancipación desde la tradición maoista. Entre líneas deja ver que: “– los descendientes de la contra-revolución, gritarán porque pensarán que tanto Zizek como Badiou siguen hurgando en el pasado de un comunismo sepulcral» donde creo yo que se podría encontrar respuestas a la democracia fallida e imperfecta.
Y en este campo se encuentran varios que suponen que el marxismo como discurso es un proyecto fallido porque transfieren (sin análisis, por default, así como lo hace Pedro Ferríz de Cunt o Luis Pazos por mencionar a dos moscas nada más) el accidente político-económico-burocrático del Soviet y su consecuencia simbólica del derrumbe del muro de Berlín en el incuestionable factotum del evento histórico-mediático que sirvió para denostar cualquier indicio de revuelta, de manifiesto, haciendo creer que el socialismo –ahora sí- no tenía de dónde agarrarse.
Entonces, cuando hablamos de izquierdas accidentadas, en opisción, no hay que perder de vista el concepto roído de las democracias occidentales apoltronadas en la comodidad de un sufragio mediático, utilitario, convertido en divisa-signo.
Manejas la idea de que «…la izquierda no tiene un proyecto político eficiente. No lo tuvo en América Latina, no parece tenerlo en Estados Unidos con Obama, y ahora vemos que no lo tendrá en estos países de tradición árabe que se levantaron en contra de sus gobiernos». El problema aquí no radica solo en los planteamientos que se hacen desde una postura académica, intelectual o independiente, porque aunado a esa postura -por demás legítima o que se supone que se declara para confrontarse o debatirse- lo que se debe considerar también es que en oposición, la derecha o la democracia de Estado es un proyecto fallido, en tanto no se ha democratizado la democracia del poder o la democracia institucionalizada.
Y luego mencionas, y aquí es donde encuentro una segunda contradicción: «– en Túnez, en donde la izquierda logró generar un bello e inspirador movimiento, resistió las bajas provocadas por los enfrentamiento con el ejército, y se mantuvo por un largo tiempo hasta que, por fin, consiguió la victoria viendo marchar a la elite autoritaria del poder».
Líneas arriba en tu apunte dices que la izquierda no tuvo logros y parece no tenerlos. Entonces, partiendo de esta idea, asumimos como logro ¿nada más lo que se obtiene en ese presentismo de la acción política? Después de eso ¿ya no tendremos nada? (Bueno, lo acepto, aquí exagero en la pregunta)
Pese a que los resultados de la protesta parecen no verse, en esencia, ahí están, y no sólo lo que el aparato de poder reconoce es visible, sino lo que hasta para el propio sistema se torna imperceptible, como el activismo de organizaciones independientes que les importa poco ser del todo evidentes –del evidens, de lo que se ve- o protagónicos que quieren la tajada del reconocimiento. Baste un ejemplo, a los Anonymous no les interesa el reconocimiento desde la condición institucional que legitima, sino desde la marginalidad que los reconoce en un plano subjetivo que incide en un discurso construido desde la disidencia, no desde el grupo reconocido.
Dices que después de la revolución parece no haber nada claro o visible (la interpretación alegórica es mía). La secuela de una manifestación popular como la de la primavera árabe o la de Egipto, no se perdió de una manera incierta, al menos, para los que están interesados en tener un control geopolítico, la secuela no está perdida, lo que es más, esa secuela que tú dices no ver o que se pierde en la neblina, para algunos está más que clara y tiene detalles muy definidos en un proceso de intervención política a través de una guerra de baja intensidad que revierte la revuelta, y que tiene toda posibilidad de rediseñar la comuna en protesta, o la insurgencia urbana en núcleo. Es justo ahí, en donde parece ser que la incertidumbre se erige como avatar donde la certeza de un sistema puede posicionarse.
En cambio, la parte donde resuelves el apunte y dices que la izquierda organizada finalmente no produce frutos me parece que es relevante a partir de la incuestionable verdad a partir de los hechos no sólo determinados por cantidad y calidad histórica.
Ciertamente, la izquierda tiene fallas, y muchas, pero su acierto es que se reconfigura en la crítica sistemática que se hace -y debe seguir así- desde su interior. Mientras esos países pasan por fases de reacomodo en una reconversión ideológica y política, y protestan contra la izquierda incluso (el caso de los estudiantes chilenos es un hermoso ejemplo de disidencia organizada desde la izquierda y que estoy seguro que dará frutos), la democracia del capital, y la misma economía sustentada en el libre comercio neoliberal, lejos de reconvertirse o reconfigurar, se opone a la crítica, desaloja, somete, oprime, calla, censura, golpea, sofoca, y sigue tratando -aquí sí, de desaparecer sin dejar secuela o pista para su investigación- todo indicio de manifestación y declaración en su contra.
Por ello, como dices, cuando la izquierda entra en receso después de la protesta: «pero que le cuesta mucho construir proyectos estables que funcionen»; le cuesta trabajo porque no puede tener el poder desde adentro del sistema, lo tiene que hacer desde la condición del transgresor, del outsider, del marginal, ya para ello, pues ni modo que sea en su totalidad desde la realidad-concreta de los resultados en una estructura funcional que mide el éxito en logros demostrables y a la mano.
La gran muralla China no se hizo en unas cuantas semanas mi Juan.
Gracias por compartir tu enlace al texto en este medio, que pa eso sirve, creo.
Abrazote.
Ale.