Al enseñarnos un nuevo código visual, las fotografías alternan y amplían nuestras nociones de lo que merece la pena mirar y de lo que tenemos derecho a observar. Son una gramática y, sobre todo, una ética de la visión. Por último, el resultado más imponente del empeño fotográfico es darnos la impresión de que podemos contener el mundo entero en la cabeza, como una antología de imágenes, Susan Sontag, Sobre la Fotografía (En la caverna de Platón).

Con este inicio de Sobre la fotografía, siento que se abre un mapa de honestidad, resultado del arte en busca de su exclusividad imposible. Escribe Sontag que es con la industrialización cuando la fotografía tiene su plenitud en el arte, además de hacer que toda experiencia visual tenga su oportunidad de ser plasmada. ¿Es la fotografía el arte democrático por excelencia? Ese es el camino que Susan Sontag ha decidido que debemos tomar: tan simple y fácil como tomar una fotografía. O tan fácil como la muerte. Barthes escribió: tanto si el sujeto ha muerto como si no, toda fotografía es siempre esta catástrofe. Tan común como posible.
 Aquí están cuatro fotos que encontré tan casualmente como ellas mismas fueron tomadas. Siento que los nombres de las voces que intentan dar nombre no existen: sólo son momentos, instantes, perdidos, capturados existencialmente dentro de una imagen. Talvez en eso radica la democracia de la fotografía: no busca justificantes, sino signos en permanente construcción.   

  

 

 Miriam

 Miriam

Ophelia

Ophelia