…vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo, Jorge Luis Borges, El Aleph.

Hace un par de semanas escuché en el radio que algunos analistas había llamado a esta crisis económica global como <<efecto mariposa>>. Y es que desde 1929 el mundo no se había sacudido tanto y tan fuerte: las bolsas de todo el mundo cayeron, monedas se devaluaron, se cerraron los créditos, bancos históricos se declararon en bancarrota o fueron absorbidos por otras compañías o el Estado. Los periódicos del mundo hablan sobre las caídas en la bolsa japonesa, la inyección de cantidades millonarias por parte de Italia, la ayuda dada por Estados Unidos a los bancos que dieron créditos irresponsablemente, la subasta de dólares para no devaluar el peso por parte de México.

Y los analistas llaman esto un efecto mariposa.

Talvez la ironía venga en pensar que hasta hoy hemos tenido un efecto mariposa. Cuando a Lorenz le llegó sorpresivamente la idea de que una diminuta alteración en un recorrido sometido a largo plazo, afectaría sustancialmente su recorrido, no fue para nombrar lo que no existía: le dio nombre a lo que era él, y nosotros, y el mundo. Ni siquiera descubrió (pobres los que piensan que descubren cuando ven algo); el efecto mariposa lo descubrió a él. Las mariposas que respondían sus preguntas sobre el clima atmosférico llegaron para iluminarle.

En una entrevista a Gabriel García Márquez, le preguntaron sobre cómo se había encontrado con las fantásticas escenas de Cien años de soledad: las mariposas, por ejemplo, dijo, eran reales; cada vez que entraba el plomero a la casa, era seguido por un montón de mariposas amarillas. ¿Por qué pasaba esto?, talvez porque pasó un par de veces. Porque las mariposas bien pueden volar en cualquier parte, y de hecho lo hacen. No por la libertad de hacerlo, sino porque siempre está la posibilidad de que así sea.

El efecto mariposa de la crisis económica es sólo el pretexto de regresar a lo que ya nos habían dicho: El vuelo de una mariposa causa un efecto en su entorno, y si las mariposas vuelan por aquí y por allá, entonces siempre estamos en riesgo de ser perseguidos por una y quedar a la incógnita de su aleteo.

Cuando Paul McCarthy y John Lennon  eran buenos amigos, discutieron sobre una canción. La discusión fue tan acalorada que los dos comenzaron a ofenderse. John, que en ese tiempo ya tenía sus lentes de ruedita, se los quitó, y le dijo a Paul: soy yo: John. No sé bien qué respondió Paul, pero la discusión se acabó y compusieron una gran canción (¿cuál? No sé, pero era una bastante buena, de acuerdo con Selecciones).

Lo que me lleva a pensar en que finalmente, cuando las cosas se ponen feas, y los <<expertos>> dicen la analogía que siempre había estado detrás de nosotros, persiguiéndonos como mariposas amarillas, lo único que nos queda por decir, quitándonos los lentes o el sombrero: soy yo, y siempre había sido yo.

Por eso las mariposas vuelan por cualquier parte, porque nadie vino a descubrirlas, sino a encontrarlas. Y como siempre somos nosotros, con todas nuestras letras, en un mundo que siempre es él, entonces sentimos que su aleteo nos va a llevar, como en El mago de Oz, a volar por los aires. Pero no, las cosas siempre se quedan aquí.

Ver el Aleph es abrir los ojos bien grande; es ver el universo como es, y ha sido. Nadie descubrió el misterio, se encontró con él.