Tal vez lo viste por Facebook, o lo leíste en una revista, o una amiga te dijo. No importa. El punto es que sabes. Sabes que en México la gente sale a las calles a marchar, a gritar cosas, a pintarse la cara, a cargar pancartas y mantas. Sabes que la selección mexicana no ganó el mundial. Es otra cosa. La gente está afuera por otra razón mucho más esencial. Caminan al unísono porque están cansados, hartos, «hasta la madre» de lo mismo que tú. Porque gritan lo que tu piensas, porque se escriben en el cuerpo lo que te imaginas mientras desayunas y lees el periódico. Sabes que es por la violencia, porque no parece haber solución, y porque los que están al mando de esta guerra, que ni tú ni yo sabemos bien porqué, contra quién y con qué objetivo, no tienen idea de qué hacer.

Por eso sale México a marchar, y lo sabes.

Pero eso no te convence para ir también. Tienes mil cosas por hacer. El trabajo, la escuela, la tarea, el reporte, la lavadora. «El aire siempre estará demasiado cargado de algo. Tu cuerpo siempre estará dolorido o demasiado cansado. Tu padre, demasiado borracho. Tu mujer será demasiado fría. Siempre tendrás alguna excusa para no vivir tu vida» (Chuck Palahniuk). Tal vez piensas (no lo sé, por eso hago la suposición),que cuál es el caso, qué se va lograr, la violencia no va a parar porque un montón de gente vestida de blanco con velas en las manos y poemas ingeniosos sale a caminar junta a la calle.

Pero no te preocupes, nadie te va a obligar. Nadie te va a decir, o presionar, a que hagas algo en lo que no crees. Tampoco te van (es decir, te tienen que) reclamar nada. Tu conciencia está limpia. Si ya te habías ganado el cielo, en caso que creas en él, aún tienes el boleto de entrada.

Sólo que antes de llegar a esa conclusión, y te sientas aliviada o aliviado de no haber expresado eso que  quieres decir desde muy dentro, te voy a contar algo que seguramente te puede interesar.

Es verdad no que no hay una reacción inmediata. La marcha no va a detener la violencia, y creo que nadie de los que vayan (han ido o irán), piense eso. La marcha es una muestra de reclamo, de inconformidad, es levantar la voz, expresarlo de la manera más bella, poética y humana que hay en este mundo, a través de la colectividad. Pero más importante aún que ser una vacuna para la violencia, es una muestra de que estamos juntos. Si nos vamos a salvar, lo haremos todos, si no, si nos vamos a ir la mierda, entonces también lo haremos  juntos y al mismo tiempo, como una vez escribió Viktor Frankl, marchando, agarrados de la mano y cantando, rumbo a la chimenea de los hornos asesinos.

Vamos a marchar, porque apesar de todas nuestras ridículas y fundamentadas diferencias y desacuerdos, tenemos el valor y la osadía de salir juntos, de gritar juntos, de expresarnos juntos, de reclamar los muertos como si nos pertenecieran a todos, de juntos exigir el regreso de los hijos de todos, de los hermanos de todos, de los amigos de todos. Un acto de solidaridad por los que perdieron a alguien que aman en esta guerra ridícula, sumándonos con ellos para que su voz no flaquee, y tenga el eco de todos. Que encuentre en nosotros los cómplices que no pudo encontrar en el gobierno, en las instituciones de seguridad y en todos los que le dieron la espalda.

Osvaldo Bayer una vez escribió que la utopía siempre se aleja, no importa que tanto nos acerquemos. Damos un paso, y se mueve un paso, damos dos, y de igual manera. Pero, dice Bayer, esos diez pasos que demos hacia ella (esos diez pequeños pero grandes pasos que demos hacia esa idea de un mayor entendimiento y sensibilidad de quiénes somos), justifica nuestra existencia. Y si los damos juntos, qué mejor.

Pero no te sientas culpable si sigues pensando en que no debes ir, por dentro sabemos que nos apoyas, y que crees en lo que decimos, y, mejor aún, sabes que cuando nos necesites, y cuando te pintes la cara y te muerdan las ganas de salir a la calle a decir lo que piensas, estaremos ahí.

Foto: Turo.